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Santovenia posee una larga historia: en sus campos se ha localizado un miliario romano, y la actual iglesia de San Juan Bautista data del siglo XVI. Pero lo mejor de esta pequeña localidad -hoy ya no tan pequeña, pues se ha sabido aprovechar su cercanía a la capital- es que se encuentra regada y acompañada del Pisuerga, que la adorna con su tupida ribera.
Por eso, dos de las sendas que nos ofrece Santovenia están ligadas al Pisuerga. Esta primera, o del Meandro, parte de la calle del Vado para terminar en el parque histórico del Pisuerga.
Iremos descubriendo diferentes lugares en las orillas del río que nos invitan a pararnos y contemplar comeos el fluir de sus aguas. El primero, nada más comenzar, cuenta con un buen camino que nos muestra una espléndida tabla de buena corriente con algunas zonas de carrizo y largas algas que serpean. El río es ancho, protegido por chopos y fresnos. No faltan los pescadores que, con sus botas o vadeadores, se arriesgan en la corriente.
Seguimos. El río rodea un campo de regadío -con frecuencia alfalfa- que queda a nuestra izquierda. Las cigüeñas se han acostumbrado a nuestra presencia y siguen pastando sin inmutarse.
La senda se va estrechando pero sin llegar a la naturaleza de sendero. El río discurre más lento. Algunos árboles se inclinan pero no terminan de caer sobre el cauce. El chapotear de patos y cormoranes parece la única actividad. Abundan los lugares para sentarse o para pescar. El ritmo del caminante parece acomodarse a la tranquilidad del río...
Una pista sale perpendicular hacia el pueblo, pero seguimos de frente, acompañando al río hasta que llegamos al parque y subimos hacia el campamento romano y la biblioteca, mientras dejamos al Pisoraca celta girar 90 grados hacia el Suroeste. Han sido dos kilómetros y medio de verdadera paz. ¡Reconfortante paseo!
Circular: No
Desnivel (m): 10
Dificultad: baja
Época ideal: cualquiera
Fuente: Sí
Longitud: 2,5 km
Tipo de ruta: a pie, en bici