23 ago
2023

Un paseo singular: Foncastín y su alcornocal

Descubre qué ver y cómo recorrer el sendero que se adentra por uno de los alcornocales más extensos de la provincia de Valladolid.

 

Texto y fotografías: Javier Prieto Gallego / Diputación de Valladolid. Patronato de Turismo.

Hoy te proponemos un paseo bien singular: recorrer el interior de un alcornocal. Y antes de que te lo preguntes ya te contamos que su singularidad estriba en que el alcornoque (quercus suber), aunque puedes encontrarlo de manera aislada en algunos puntos de la provincia de Valladolid, es un árbol prácticamente inexistente en ella.

Alcornoques. Sendero de El Alcornocal de Foncastín, PRC-VA 36. Foncastín. Valladolid, Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego

Alcornoques. Sendero de El Alcornocal de Foncastín.

 

¿En toda ella?: no. El bosque adehesado de Foncastín, o de Valdegalindo, como también se le conoce, y que encontramos en una zona próxima a Tordesillas, alberga cerca de 6.000 ejemplares de esta especie. Un auténtico tesoro botánico que prospera como una isla entre densos pinares, de cuyo origen no se tienen pistas muy precisas pero que constituye toda una invitación para los amantes de los caminos, los bosques y los paseos al aire libre.

Y la mejor forma de disfrutar de este auténtico “baño de alcornoques”, todo un lujo –y una verdadera tentación- en una provincia donde es raro encontrarse con uno solo de estos árboles, resulta tan sencilla como calzarse unas botas y dedicar un par de horas a recorrer el sendero de pequeño recorrido PRC-VA36.

Sendero de El Alcornocal de Foncastín, PRC-VA 36. Foncastín. Valladolid, Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego

Sendero de El Alcornocal de Foncastín.

 

Algo que, además, nos va a permitir visitar uno de los tres pueblos de colonización o de repoblación levantados en Valladolid a mediados del siglo XX para dar acogida a las poblaciones desplazadas de otros puntos de España como consecuencia de la construcción de embalses que tuvo lugar en esos años. Estamos hablando de Foncastín, en uno de cuyos costados se extiende el alcornocal. Al igual que sucedió con La Espina o San Bernardo, fue una de las localidades surgidas para ubicar a aquellos desplazados. En este caso, a los vecinos de la localidad leonesa de Oliegos, en la comarca de La Cepeda, afectados por la construcción del embalse de Villameca, 24 kilómetros al norte de Astorga. Una estupenda oportunidad para conocer también la particular arquitectura urbana de estas poblaciones y la dura historia que se esconde tras lo que hoy aparece como una tranquila y apacible pedanía.

Placa en recuerdo de los vecinos trasladados desde Oliegos. Foncastín. Foto: Nicolás Pérez

Placa en recuerdo de los vecinos trasladados desde Oliegos. Foncastín. Foto: Nicolás Pérez

 

La de Foncastín, con una historia tan singular como la de su alcornocal, fue una de las primeras poblaciones de colonización agraria, como dieron en llamarse entonces, construidas en España bajo la idea, propia de aquel momento, de aprovechar el cambio de ubicación de los emigrados forzosos para dotarles de unas viviendas con un mayor nivel del confort del que disponían en sus localidades de procedencia. Lo cierto es que aunque la idea pudo ser buena en origen, la ejecución dejó en la mayoría de los casos mucho que desear, en especial para los beneficiarios directos que, además de recibirlas mucho tiempo después de realizarse el traslado a sus nuevos destinos, las encontraban totalmente ajenas a sus anteriores costumbres, con materiales deficientes y diseñadas prácticamente todas iguales, sin tener en cuenta el clima, las horas de sol o de lluvia propias de los diferentes puntos de España en donde se levantaban.

Iglesia de San Pedro. Foncastín. Valladolid, Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego

Iglesia de San Pedro.

 

Para los afectados por la construcción del embalse de Villameca, el Instituto de Colonización, que era el encargado de organizar los traslados, compró una finca propiedad del marqués de la Conquista, una estirpe nobiliaria con categoría de grandeza de España y origen en Francisco Pizarro, y en ella se incluían los restos de un antiguo asentamiento desaparecido y refundado a lo largo de los siglos y que llegó a tener, incluso, una vieja fortificación medieval de la que aún pueden verse, entre los campos de cultivo, los restos de un torreón.

En las paredes del bar, justo en el arranque del paseo que contamos a continuación, puedes ver fotos de aquel éxodo, del pueblo que se vieron obligados a abandonar y de la particular caravana que se organizó el día fijado para el traslado a tierras vallisoletanas. Una memoria que continúa muy viva en la localidad y en la que enseguida afloran recuerdos tan amargos como los seis años que tuvieron que esperar, después de desplazarse hasta aquí, para que terminaran de construirse las casas. O el reto y frustración que supuso para la mayoría tener que adaptarse a una ganadería y una agricultura que no conocían porque no tenían nada que ver con la que practicaban en su tierra natal y para la que no tenían la experiencia ni los aperos necesarios.

Calle con soportales en Foncastín.

Calle con soportales en Foncastín.

 

El paseo por esta localidad tan pulcra y blanquecina, tan apartada de la arquitectura tradicional castellana de adobe, ladrillo y madera, encierra sorpresas como el mural que adorna el interior de la iglesia, obra del artista Manolo Rivera, integrante del grupo El Paso. Las campanas que cuelgan de la espadaña recuerdan en cada uno de sus repiques que ellas también formaron parte del equipaje trasladado en carros y luego en tren en aquel convoy de tan triste memoria para quienes se vieron en su día obligados a tomarlo.

Interior de la iglesia de San Pedro. Foncastín.

Interior de la iglesia de San Pedro. Foncastín.

 

EL ALCORNOCAL DE FONCASTÍN. Los alcornoques de Foncastín, cuyo origen parece estar relacionado con plantaciones llevadas a cabo en el siglo XX, se explotan en la actualidad para elaboración de corcho. Este se cosecha cada diez años por trabajadores expertos llegados de Extremadura en aquellos árboles que han superado los 25 años y tienen más de medio metro de cintura. El primer corcho es utilizado en la fabricación de belenes o flotadores de pesca. También como aislante térmico o aglomerado. Las siguientes producciones se utilizan con fines más selectos, como la elaboración de tapones para el vino. También las bellotas, que se producen cada dos o tres años, sirven de alimento a  palomas y otros animales del bosque.

 

DE PASEO POR EL ALCORNOCAL

Señalización en el inicio del sendero de El Alcornocal de Foncastín, PRC-VA 36. Foncastín. Valladolid, Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego

Señalización en el inicio del sendero de El Alcornocal de Foncastín, PRC-VA 36.

 

Una buena forma de organizar el paseo hacia el alcornocal aledaño es dejar los vehículos en la plaza Mayor y bajar por la calle del Lavadero hacia el local que alberga el bar. Al lado, en el parque, se encuentra el panel informativo con los datos y el mapa del paseo.

Desde él seguimos calle abajo en dirección al río Zapardiel, que se alcanza sin cruzarlo para continuar por el camino que corre paralelo a él, hacia el norte, por la margen derecha del río.

De la ribera –y el río- nos separamos un kilómetro y doscientos metros más adelante en el siguiente desvío, que se toma hacia la derecha, para emprender la ligera subida que nos aproxima a la linde del alcornocal. Una vez arriba, otra señal nos invita a abandonar el camino ancho para tomar, hacia la izquierda, una estrecha vereda que, tras otra rampa, nos dejará ya en el interior de este singular bosque.

Refugio de cazadores.  Alcornocal de Foncastín, PRC-VA 36. Foncastín. Valladolid, Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego

Refugio de cazadores.

 

Casi inmediatamente, unos pocos metros después de haber confluido con un camino más ancho, que llega por la derecha, se presenta un corto desvío que acerca hasta un refugio de cazadores plantado al borde del páramo. El desvío merece la pena, sobre todo, por las vistas que, a modo de balcón natural se ofrecen de la vega del Zapardiel.

Hay que regresar al camino que se traía y a partir de ahí continuar el paseo hacia lo más frondoso de la mancha forestal. De hecho, no se tardan ya en descubrir, a uno y otro lado del camino, ejemplares de distinto porte de quercus suber, alcornoques que aparecen mezclados con pinos, encinas y quejigos en distintas densidades, conformando una dehesa de gran interés y mucho valor biogeográfico y paisajístico.

 Alcornocal de Foncastín, PRC-VA 36. Foncastín. Valladolid, Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego

 Alcornocal de Foncastín.

 

Durante casi un kilómetro y medio la caminata continúa en dirección norte hasta toparse de nuevo con un camino más ancho, que ahora se coge a hacia la derecha, mientras se bordea la linde septentrional de la mancha. Este es, a su vez, el límite meridional de un enorme huerto solar que deja ver al fondo los perfiles de Tordesillas y, más allá, otras localidades como Villavieja del Cerro.

Restos de la Sierra del Pinar de Valdegalindo. Sendero de El Alcornocal de Foncastín, PRC-VA 36. Foncastín. Valladolid, Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego

Restos de la Sierra del Pinar de Valdegalindo.

 

El regreso hacia Foncastín comienza 1,2 km más allá, después de dejar atrás un primer cruce, donde se toma, una vez más, el ramal de la derecha. Como de nuevo se gira a la derecha un kilómetro y medio después al alcanzar otro cruce de varios brazos. Antes, como a mitad de camino, habremos pasado por unas sencillas ruinas de las que, de no ser por la señalización que hay junto a ellas, sería muy difícil deducir que se trata los cimientos de la antigua serrería de Valdegalindo. Según el cartel, estuvo en funcionamiento hasta principios del siglo XX, se alimentaba de la electricidad que le llegaba desde Tordesillas y servía para cortar los costeros y tablones que se sacaban del pinar.

Pinos y campos de labor en la linde del Alcornocal de Foncastín.

Pinos y campos de labor en la linde del Alcornocal de Foncastín.

 

El rodeo de esta interesante mancha forestal se completa 800 metros más adelante del último desvío al alcanzar el ramal que, en dirección sur, se dirige ya de forma decidida y entre campos de labor hacia Foncastín, adonde se llega un kilómetro y medio después. Si está abierto, el bar que vimos en el arranque ofrece el colofón de unas buenas tapas y un amable servicio, muy de agradecer como remate al paseo.

 

 EN MARCHA 

Este paseo circular y señalizado como PRC-VA36 arranca en la localidad vallisoletana de Foncastín.

EL PASEO. Recorre la mancha de alcornoques ubicada en el interior del pinar de Valdegalindo, en las cercanías de la localidad, por un trazado circular 9,9 km muy fácil de realizar, muy bien señalizado y perfectamente asequible para hacer en familia. También en bicicleta. A pie puede hacerse en unas dos horas. El inicio del sendero está indicado en el parque que hay junto al bar de la localidad.

Cartel con la señalización del paseo.

Cartel con la señalización del paseo.

MAPA.

Powered by Wikiloc

Descarga desede aquí el track para GPS o síguelo en Wikiloc.

Más leído