Turismo Provincia de Valladolid

Tal vez la obra de ingeniería más bella y espectacular del Canal se encuentre, precisamente en Medina de Rioseco. Nos referimos a la dársena, una extensión ancha y amplia de agua que sirvió como puerto de interior. No se sabe qué extraña sensación produce en el alma de quien la contempla, pero tranquiliza el espíritu más estresado.Pero, por si fuera poco, el camino que sigue a continuación tiene efectos terapéuticos similares. O mantiene lo ya conseguido en la dársena. Los caminos de sirga atraviesan ahora bajo una cubierta de grandes chopos que recogen ese ambiente canalero y lo mantienen bajo su particular frescor.Por lo demás, los viejos puentes, las curvas de nuestro río artificial, los campos limítrofes, los tesos y colinas, las aves y pájaros que nunca faltan, convierten el sendero en un agradable paseo.En la Séptima -aquí la numeración es ordinal- el canal gira 90 grados abrazando una vieja fábrica de harinas. La Séptima ha vuelto a su antiguo uso y las barcazas -ahora turísticas- pueden seguir libremente surcando las aguas. Al fondo se distingue la silueta de Tamariz de Campos (También muy cerca de la Séptima, el humedal recuperado para reposo de aves). Seguimos caminando junto a un tupido bosque de galería y nos cruzamos con el Sequillo gracias a un robusto acueducto de cinco ojos, impresionante obra de ingeniería de hace casi doscientos años. Sus piedras rezuman humedad, se cubren de verdín y -bajo los arcos- caen gotas que se juntan a las aguas libres.La Sexta también tiene su esclusa recuperada. En las orillas, viejos caserones o almacenes de barro que dieron servicio al trasporte fluvial. Una fábrica de harina ha sido literalmente invadida por los negrillos.Ahora buscamos el camino que nos conduce a Villanueva de San Mancio. Se aleja del Canal al mismo tiempo que nos saca a un paisaje distinto: la inmensa planicie castellana, sobria y parda que ha sabido prescindir de los adornos vegetales...