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ZORREAR en Miguel Delibes:
Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo
La cuadrilla del que suscribe raro es el año que no zorrea un día o dos en el soto del Arlanza.
Castilla habla
Sorprende al azulón en los restaños, al amparo de los negrillos, zorrea en la maleza del soto o busca la liebre en su encame.
Zorrear no es cazar solamente, sino ir por estas piezas con la astucia que imita la habilidad de este animal para saltar al corral y llevarse las gallinas tan alborotadoras. Exige una buena dosis de disimulo. En Boecillo, con sus bosques de pinos y los meandros del río Duero, zorros y raposos eran más frecuentes que en otros pueblos de Castilla. Aquí el mote de “tío Raposo” y la zaga de “los Raposos”, pudo llevarlo una familia entera por sus mañas en la vida y, también, por su hocico afilado, su mirar fino, largo y penetrante y su saber aparecer y desaparecer súbitos, propio de cazador de zorros.
Ir a cazar zorros.
(Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes)