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Comenzamos la andadura junto a la iglesia de la Visitación, mudéjar del siglo XV: vemos el camino que se dirige hacia el Oeste y nos ponemos manos a la obra o, mejor, pies en movimiento. Enseguida tomamos la derecha en la primera bifurcación y ya estamos en la cerviguera.
Caminamos entre las tierras de labor que se extienden hasta el Duero y una franja de vegetación densa que incluye almendros y encinas entre otros árboles. Mas adelante descubrimos antiguas balsas de riego, abrevaderos y lavaderos mediante los que se aprovechaba el agua de toda esta franja. También llegamos a la fuente del Piojo, hoy seca a pesar de la abundancia de juncos. El camino nos sube hacia la zona de la gravera. Si lo seguimos de frente acabaríamos por llegar a la ermita de la Virgen de la Peña de Tordesillas, después de atravesar montes, zonas de cultivo de zanahorias, prados donde pastan caballos y arenales. Pero nos paramos en una pequeña elevación -a modo de mirador- que nos presenta una zona descarnada -la gravera- y, en primer término una amplia laguna donde es fácil descubrir azulones, alguna garza -también garcillas se dejan ver- e incluso aguiluchos laguneros en busca de anfibios... Como se encuentra rodeada de pinares, si tenemos un poco de paciencia y esperamos, acabemos por avistar alguno de estos habitantes esporádicos. También nos podemos acercar a la sombra de algún pino o encina.
La vuelta la hacemos por el camino que bordea la gravera, prácticamente paralelo al de La Cerviguera. E iremos con un ojo puesto en las zonas de grava y arena -se dejarán ver aves variadas- y otro en el camino. Si es la época, se impone un parón para probar los almendrucos y las zarzamoras.
Circular: Sí
Desnivel (m): 10
Dificultad: baja
Época ideal: cualquiera
Fuente: Sí
Longitud: 3 km
Tipo de ruta: a pie, en bici