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El valle del Cega conduce a Mojados; el viejo camino ha desaparecido casi por completo y sólo existe en el Camino Viejo de Mojados, cerca del puente, que ya sólo da nombre a una calle. Pero si cruzamos al otro lado del río vemos una pista que dejando a la derecha las cuestas y a la izquierda el río, nos conducirá hasta Mojados a la vez que nos mostrará un paisaje distinto y peculiar.
La primera parte es totalmente recta y el suelo está empedrado. Podemos acercarnos a la ribera, abundante en chopos y álamos que nos ofrecen agradable sombra en los amenos recodos del río. Por su parte, el páramo se rompe en cantiles que le tajan en seco y forman llamativos despeñaderos. No es lo habitual por aquí. Si el tiempo no nos inquieta, nos acercamos para ver de cerca las sugerentes formas de la piedra caliza, con algunas paredes cóncavas. Adornan las laderas pequeñas elevaciones que recuerdan montones de trigo, y alguna lleva precisamente ese nombre.
Seguimos la recta que nos conduce al Cotarrón, un mogote donde el valle se estrecha y... ¡se acabó el camino! Pero el problema no es grave: por la misma ribera salvamos el sembrado hasta que llegamos al pinarillo que vemos más al fondo. Y de nuevo el camino se restablece, aunque ya no es empedrado, ni recto ni llano, sino generoso en toboganes producidos, en buena parte, por las estribaciones y curiosos espolones de la cuesta.
De nuevo el valle se amplía, pierde sus verticales tajos y prácticamente desaparece para dejar paso a llanuras pinariegas. Entramos en Mojados por el camino del Venabullo que nos conduce al puente de piedra. Junto a él, una fuente de Carlos III y en el río una vieja fábrica de harina que se deshace en la arena. Fin del trayecto.
Circular: No
Desnivel (m): 10
Dificultad: baja
Época ideal: primavera, verano, otoño
Fuente: No
Longitud: 10,5 km
Señalizada: no
Tipo de ruta: a pie