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Para esta ruta salimos del castillo, que data del siglo XV, realizado en excelente piedra caliza de cantería. Tiene forma cuadrada, lo que multiplica su imagen de fortaleza. Cruzamos la carretera y continuamos por una pista que baja hasta una pequeña sauceda para enseguida ascender hacia el páramo. Si hay subidas cómodas, esta es una de ellas. Y no porque no cueste trabajo subir, sino porque te olvidas del esfuerzo. La particular belleza del prado que pisas, del arroyo que murmulla, del manantial que nace entre las rocas, de las laderas que te protegen... nos hacen subir en un santiamén. Cuando nos queremos dar cuenta, ya estamos arriba, contemplando la llanura. Y es que vamos caminando por la colada de Valdellámara. Avanzamos entre tapiales y nos acercamos a un monte de robles, que dejamos a nuestra izquierda. Al poco, comenzamos a descender por un valle. Así, hasta que acabamos por llegar al embalse.
Es evidente que este embalse no pertenece al río Esgueva, sino a un pequeño afluente llamado arroyo Eras. Es un embalse casi natural, un verdadero pantano, pues retiene el agua gracias a una pequeña presa de tierra de unos 13 metros de altura y 170 de largo. La finalidad es regular el agua -poca- del arroyo para regar los campos de Encinas. Se pueden pescar truchas y blakbases, además de darse un chapuzón: hay chopos que dan sombra, una fuente y playitas. Además, hemos visto tortugas de Florida (!) tomando el sol, como si estuvieran en Cabo Cañaveral. También abundan las aves acuáticas, sobre todo en invierno.
La vuelta podemos hacerla por el camino que une la localidad con el embalse o, si no sobran fuerzas, hacer una variante del otro recorrido. Es bueno saber también que en un recodo que hace la carretera de Piñel a un kilómetro aproximadamente de Encinas tenemos la fuente Ventosa que además de arbolado cuenta con mesas para merendar.
Circular: No
Desnivel (m): 80
Dificultad: media
Época ideal: primavera, verano, otoño
Fuente: Sí
Longitud: 8,5 km
Tipo de ruta: a pie