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Hemos conservado esta ruta a pesar de que el chozo desapareció -¡de la noche a la mañana!- un día cualquiera de primeros de otoño del año 2008. Pero el chozo merece que, al menos, nos acordemos de él.
Salimos de la localidad por el charco Maldonado y el camino nos va a llevar directamente, sin tomar ninguna desviación, hasta las laderas del páramo de los Torozos. Pero antes de alejarnos mucho de Tordehumos podemos contemplar algunos palomares, verdaderas joyas de la arquitectura tradicional. Al cruzar una pista asfaltada, si fuéramos a la izquierda veremos de cerca más palomares en estado de abandono. Hacia la derecha llegaríamos a la ermita de la Virgen de la Vega.
Atravesamos por un puente de piedra; por debajo pasó el agua que movía el molino de Abajo. Dejamos atrás el Sequillo y la carretera y, entre campos de labor, algunos almendros y chopos, nos plantamos en el comienzo de la falda con la compañía aérea de milanos y cernícalos. A la izquierda estuvo el chozo de Miraflores. La verdad es que era un chozo único: de base cuadrangular, de cúpula terminada en punta, seguramente no habría otro con esa peculiaridad en toda la provincia. Sirvió durante siglos para que pastores y dueños de majuelos se guarecieran por la noche o con mal tiempo. Parece que el Ayuntamiento de Tordehumos va a intentar reconstruirlo en otro lugar. Ojalá que el proyecto llegue a buen puerto y que podamos volver a refugiarnos en él para experimentar la fortaleza de las piedras colocadas sin cemento ni barro.
En la ladera hay pinos de repoblación, algunos almendros, rosales silvestres y plantas aromáticas variadas.
Ya arriba divisamos el Tordehumos recostado en su cerro y buena parte de la llanura de Tierra de Campos. Ha sido una excursión justo entre los límites de esa Tierra y el páramo.
Circular: No
Desnivel (m): 135
Dificultad: baja
Época ideal: todo el año
Fuente: No
Longitud: 5 km
Tipo de ruta: a pie, en bici