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Roturas está en la ladera, como recostada en la falda para ver mejor el valle en el que se levanta. Sus casas son de piedra tomada del páramo y por eso, aunque son modestas, no dejan de tener un aire elegante y señorial. Tampoco falta arbolado y vegetación. Es, además, uno de los pueblos más pequeños de la provincia. Aunque tiene censados casi 30 habitantes, la mayoría viven en Peñafiel o Valladolid.
Pero Roturas no quiere despoblarse, y todos los años Ayuntamiento y vecinos trabajan por mejorar alguna calle, entorno, o servicio del pueblo. Curiosamente, ya en 1895 un cronista se admiraba de la buena administración municipal de la localidad. Y en sus bodegas, donde se sigue elaborando ese vinillo de toda la vida, siempre seréis bien recibidos.
Los alrededores tienen mucho de tranquilo y mágico, y bien podemos perdernos entre los vallejos y vericuetos que suben al páramo.
La senda que proponemos nos lleva, en primer lugar hasta la fuente de la Criada, a un kilómetro del pueblo. El lugar es apacible, con sombra en verano, amplios horizontes en cualquier época, y la fuente, que ha sido recientemente restaurada. Su agua goza de fama en los contornos.
Seguimos paseando, ahora por el páramo, que se pierde en el horizonte por la ausencia de arbolado hasta conectar con otro de los vallejos que nos conduce, de bajada, a Roturas.
Para terminar nuestra visita nos acercamos al un simpático y original museo que reproduce una escuela de mediados del siglo pasado, con sus pupitres, libros, mapas, pizarras, de época.
Circular: Sí
Desnivel (m): 80
Dificultad: media
Época ideal: primavera, verano, otoño
Fuente: Sí
Longitud: 6 km
Tipo de ruta: a pie, en bici