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De la ermita de Sacedón a los puentes de Vadalba damos un corto paseo entre pinares y tierras de labor con alguna asomada al Eresma. Pasada la carretera, cerca del puente viejo, que data de 1895, vemos una casa, en ruinas, en misma ribera: es el Pisón. Bueno, propiamente el molino del Pisón está más abajo, en la casa vivieron los molineros hasta hace no muchos años. Al parecer, perteneció al convento de la Mejorada.
Recorramos el lugar, que merece la pena. Todo está oculto bajo la fresca y exuberante protección de árboles (algunos frutales), arbustos y hiedra. Pero si nos colamos, vemos una fuente o manantial que da origen al cortísimo arroyo Pisón, un lavadero al que también acudían las lavanderas de Pedrajas cargadas con sus fardos de ropa, una mesa para yantar y, más abajo, el molino, batán o pisón, que se utilizó para enfurtir paños.
Pero estas notas deben incluir también una referencia a Ordoño, al otro lado del río en el pinar de su nombre. Cruzamos también la cañada real, hoy camino de Santiago de Madrid -inconfundible por sus flechas amarillas- y llegamos a las ruinas de un caserío, lo que queda de Ordoño. Pues aquí donde lo vemos, fue un palacete refinado para la época: la primera casa de la comarca donde se instaló baño con agua corriente. Además, vemos en el pinar cercano un curioso cenador de ladrillo donde los señores pasaban, buscando el fresco, las noches de verano.
El lugar fue poblado hasta mediados del s. XVII. En 1703, Felipe V concedió su señorío a García Manuel de Cotes, marqués de Ordoño.
No podemos abandonar el lugar sin hacernos una foto junto a un inmenso Pino de la Tableta (24 metros de alto, 4,68 perímetro basal) que, inconfundible, vemos en el camino que conduce al pinar, a la derecha.
Circular: No
Desnivel (m): 10
Dificultad: baja
Época ideal: primavera, verano, otoño
Fuente: Sí
Tipo de ruta: a pie