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Esta ruta tiene su punto de partida en las bodegas, buen lugar para descansar después de una larga caminata. No hay peligro: aquí nos esperará hasta que volvamos.
El camino -o lo que queda de él- nos conduce en ascensión directa hacia el páramo. Si tenemos alguna duda, unas encinas que asoman serán nuestro punto de referencia para acometer la escalada con la menor desviación posible.
Como habremos hecho algún descanso para contemplar el valle, nos vamos directamente hasta el vértice geodésico (Senderillo, 867) y ¡oh!, ante nosotros el barco de Valdecelada, muy diferente al valle del que venimos. ¡Qué curiosas las encinas solitarias en la ladera! ¡Y las hileras de almendros al fondo!
Recorremos dos kilómetros aéreos, por el istmo y cresta que forma la estrecha lengua de páramo. Todo son continuas asomadas a paisajes de diferentes profundidades y matices que nos hacen olvidarnos del cansancio propio de asendereados caminantes. Finalmente, por un pinarillo que cubre el cerro llegamos a lo más alto de la Muedra, mirador perfecto al ancho valle del Pisuerga, desde donde se puede contemplar Mucientes, Cigales, Corcos, Dueñas...
El descenso lo hacemos por un pinar solitario que vimos en la ladera. Bajamos entre plantas aromáticas -tampoco hay camino ni senda- hasta la Cotanilla donde, por última vez, contemplamos la ribera del Pisuerga.
Y algo más abajo del pinar tomamos el camino que nos dejará en las bodegas. Ahora sí, nos hemos merecido un buen descanso.
Circular: Sí
Desnivel (m): 130
Dificultad: media
Época ideal: cualquiera
Fuente: No
Longitud: 11 km
Tipo de ruta: a pie