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Desde este pequeño - 40 habitantes - pero agradable pueblo abrazado por el Sequillo y en medio de la Tierra de Campos daremos una vuelta por la planicie cerealista que durante siglos fue el granero - y no es una frase hecha - de España y parte del mundo. ¿Cómo son sus horizontes? Si dejamos de lado el omnipresente silo de Villalón, visible desde casi todos los puntos de la comarca, nos vamos a encontrar, además de la tierra cultivada (cereal, algo de girasol, algo de alfalfa, por lo que se refiere a la vegetación), algún solitario chopo que señala la existencia de un manantial próximo, unos pocos almendros en las cercanías de las poblaciones, y zarzales en las lindes de los caminos y de las zanjas que suelen ser, en su mayoría, rosales silvestres. Aunque también podemos encontrar alguna plantación de álamos y sauces enanos en los regatos siempre secos. Pero seguramente lo que todos buscamos en estos campos son las espectaculares avutardas. Pues en ese sendero tenemos la casi seguridad de encontrarlas. Y no sólo avutardas. Veremos también aguiluchos en vuelo enrasado - y como con falta de fijeza - sobre las mieses y, por supuesto, perdices. Emparejadas en primavera y en bando durante el resto del año. También avefrías en invierno y siempre cogujadas y calandrias. Ya será más difícil ver algún sisón o alguna ganga. Aunque, a estas últimas, es más fácil oírlas. Por lo demás, en esta zona de campos entre Villalón de Campos, Villafrades, Gatón, Villabaruz y Cuenca, los caminos son muy llanos, con pocas cuestas y revueltas. El secreto lo esconden, más que el panorama, los habitantes del paisaje. Y para realizar este sendero son imprescindibles los prismáticos.
Circular: Sí
Desnivel (m): 10
Dificultad: baja
Época ideal: otoño, invierno, primavera
Fuente: No
Longitud: 11,5 km
Tipo de ruta: a pie, en bici