Turismo Provincia de Valladolid

El Sequillo -triste nombre para un río- nace cerca de Sahagún, pasa por Medina, a la que apellida, y desemboca en el Valderaduey. Pero últimamente, desde que pusieron en funcionamiento el embalse de Riaño viene con bastante agua para lo que solía. O sea, que ya no es tan Sequillo como antes. Sea como fuere, lo cierto es que ahora es incluso agradable pasear por sus tranquilas y solitarias riberas. Solitarias porque, como la fama se la lleva el Canal de Castilla, allí van todos los excursionistas y paseantes. Al río verdadero lo dejan tranquilo y solo. Y ciertamente, salvo esa paz, no tiene mucho más que ofrecer. Algunos árboles le acompañan en su trayecto, un pequeño soto de álamos y chopos con algunos sauces y... poco más. El paseo, aguas arriba, lo podemos hacer por cualquiera de los dos caminos de sus orillas. Como peculiaridades podemos destacar la ausencia de cuestas, lo que facilita la contemplación del páramo de los Torozos por el Sur y la línea casi constante de álamos en el Canal de Castilla, al Norte. Es una zona en la que abunda el agua, pues vemos algunos prados en los que pastan caballos o vacas. Y, en fin, puestos a destacar singularidades, uno de los puentes, ya fuera de uso, tiene las columnas tan dobladas que parece se va caer en cualquier momento. Precisamente a partir de aquí los caminos se enyerban más de la cuenta y la marcha en bici podría hacerse un tanto pesada. Pero ahí está, muy cerca ya, la figura altiva de Villanueva de San Mancio con su esbelta iglesia y original torre. Después de acercarse a ver la iglesia, el camino de vuelta bien puede hacerse por el canal, que es el contraste del río: artificial, acompañado de corpulentos árboles, frecuentado por caminantes, cruzado por carreteras y caminos, e incluso ¡surcado por un barco!