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Rueda - Tordesillas: 11,3 km

Desnivel acumulado de subida: 0 m / Desnivel acumulado de bajada: 57 m / Altitud máxima: 728 / Altitud mínima: 664 m


Croquis etapa 4 - Rueda - TordesillasImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoSe abandona Rueda por la misma calle Real por la que se entró, ahora en dirección a Tordesillas, hasta llegar a la altura del cementerio. Ahí está el inicio de un paseo arbolado, que se toma hasta su final a las puertas de la bodega Marqués de Riscal. El camino bordea estas bodegas por la parte trasera hasta que en el inicio del viñedo contiguo hay dejar el ramal más ancho y marcado para tomar el que surge por la derecha, en mucho peor estado. Es el inicio de la Cañada de Rueda a Valladolid y discurre por la orilla derecha del arroyo de La Morejona. A doscientos metros de este desvío se produce una bifurcación en la que aparecen señalizadas con flecha amarilla dos opciones (N41 25.652 W4 57.936). El brazo de la derecha, más recomendado para los ciclistas, se encarama al páramo para, entre viñedos, alcanzar la carretera VP-9901 que tomada hacia la izquierda 700 metros más conduce hasta el arroyo de la Morejona.


El brazo de la izquierda sigue el recorrido más corto, aunque también el más afectado por los ruidos de la autovía. Para tomar este último basta seguir el sendero que corre junto al cauce del arroyo hasta salir 2,4 km después a la carretera VP-9901 que une Foncastín –por la izquierda- con La Seca –por la derecha-. De una u otra forma hay que alcanzar el puente de la carretera sobre el cauce del arroyo y continuar con el camino que corre paralelo a él por su orilla izquierda. A 500 metros de la carretera se alcanza la esquina del pinar que alberga las ruinas de los distintos pabellones de una antigua granja. Un kilómetro más adelante, de nuevo se llega a otra carretera por la que hay que girar unos metros hacia la derecha y, sin cruzar a la otra orilla del arroyo, proseguir por el camino que discurre paralelo a él.


Este camino se convierte enseguida en una rectilínea pista agrícola que continúa en orientación noroeste hasta que 2,8 km más adelante alcanza la vía de servicio de la autovía. Girando por el asfalto hacia la derecha se localiza, 400 metros después, el paso que permite cruzarla por debajo. Del otro lado, el camino prosigue hacia la izquierda para girar en la siguiente oportunidad hacia la derecha y enfilar de manera evidente hacia Tordesillas. Un mojón kilométrico señala el inicio de la recta que finaliza 1,6 km después a la altura del puente medieval que salva el Duero a los pies ya de la localidad.


Real Monasterio de Santa ClaraImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoEl peregrino es recibido en Tordesillas por el monumento al Toro de la Vega, una tradición taurina de orígenes ancestrales. Consistía en el duelo establecido entre un toro, al que se soltaba en la vega del Duero, y sus perseguidores, quienes a pie o a caballo y únicamente armados con una lanza, trataban de dar muerte al animal, que venía a pesar entre 400 y 500 kilos. Desde ese punto, una calle aúpa hasta la plataforma a la que se asoman algunos de los monumentos más importantes del legado patrimonial de Tordesillas: las Casas del Tratado, la iglesia de San Antolín y, algo más allá, el monasterio de Santa Clara. Tan sólo una pequeña muestra del peso histórico de la localidad a lo largo de los siglos. De hecho, en el transcurso de la historia ocupó siempre un papel de privilegio tanto por la querencia que reyes y reinas demostraron en distintos momentos, como por su situación geográfica, en un punto estratégico junto a las aguas del Duero, nudo fundamental de comunicaciones entre distintos puntos de la península. El propio monasterio de Santa Clara, considerado como una de las obras cumbre del mudéjar en Castilla, tiene su origen en el alcázar real que comenzara Alfonso XI y continuara su hijo Pedro I. A partir de 1363 una hija de este convierte aquel palacio de las maravillas en monasterio de Clarisas. Por eso incluso hoy en día la visita por el interior revela una particular amalgama de estancias conventuales y restos palaciegos que tienen momentos estelares en la fachada mudéjar del palacio, que puede verse desde el exterior, las capillas Mudéjar y Dorada o al llegar a los admirables baños árabes, ejemplo tan exótico como único en su género en tierras castellanas.


Pero Tordesillas es escenario de una larga lista de episodios históricos de primer orden en la historia de España. Entre los más memorables destaca la reclusión de la reina Juana I de Castilla que aquí penó un encierro involuntario durante 46 años hasta su fallecimiento en 1555. O la firma del Tratado de Tordesillas, en 1494, en el que Castilla y Portugal se repartieron, literalmente, el mundo. Trazando un meridiano sobre el mapamundi de aquel entonces, a Portugal le correspondieron las costas del centro y sur de África, además de lo que hoy se conoce como sur de Asia y oeste de Australia, y el extremo oriental del actual Brasil. Castilla se quedó toda el área del archipiélago canario y el resto del Nuevo Mundo. La tradición sitúa la firma de aquel acuerdo en las Casas del Tratado, dos palacios unidos, uno del siglo XV, en el que tuvo lugar la firma. Hoy acoge, además de la Oficina de Turismo, un pequeño museo, con exposición de documentos y maquetas.


Iglesia de San Antolín y escultura de la reina JuanaImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoPróxima a las casas queda la iglesia de San Antolín, del siglo XV y rematada en el XVI. Hoy es un museo de recomendable visita que cuenta con retablos de Juan de Juni en la capilla de la Piedad, pinturas de Gil de Mena en el retablo mayor, o, entre otras joyas, el sepulcro en alabastro y capilla de Pedro González Alderete. La cercanía de la plaza Mayor se hace desde aquí evidente y hasta ella se llega siguiendo la pendiente hacia arriba. Su estampa, porticada y cuadrangular, responde a la del más clásico estilo castellano. Se abre en el punto de cruce de las que fueron las dos vías principales de su trazado medieval, los dos ejes que dividían en cuatro porciones el cogollo urbano al tiempo que comunicaban el corazón de la villa con las puertas de la muralla. Al callejeo por la localidad aún le queda curiosear museos como el del Encaje, las iglesias de Santa María o San Pedro, los restos de la de Santiago o los incontables rincones a los que se asoman palacetes, casonas o escudos nobiliarios.

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